viernes, noviembre 30, 2012

Señoras, Señoritas y el Transantiago

En estos últimos días que he andado viajando más seguido en micro, me he ido fijando en unos detallitos que particularmente tienden a realizar las señoras y señoritas que viajan en transantiago. No tiene nada que ver con machismo ni nada; en el caso de los hombres se dan otras cosas, afortunadamente no tan problemática como lo que ahora pretendo exponer. 

¿A qué me refiero? A "estilos" de "ubicación" a lo largo de las micros. Particularmente en este caso, quiero referirme a tres puntualmente que he observado en estos días (habiendo otros más). Estos son:

1) La Bailarina del Caño: Esa señora o señorita que se abraza a los fierros verticales donde están, por ejemplo, los timbres para solicitar que el bus pare. Y se abrazan al punto de que cualquier intento por tomarse de estos por parte de un ser humano de mediana estatura pasaría  a ser un inminente "acoso" a la señora / señorita en cuestión. De esto nos salvamos los altos que nos podemos tomar más arriba, pero... ¿y el resto?


2) Las "Torniquete Humano": Bastante similares a las Bailarinas del Caño, en este caso son Señoras y/o Señoritas que están muy cercanas a abrazarse a los fierros verticales, pero específicamente en la entrada de la micro. Si. Puede estar el pasillo despejado y al fondo haber espacio de sobra casi que para ir acostado, pero nooooooo... Van de a dos, la espalda hacia el pasillo, espalda a espalda, dejando un ínfimo espacio para pasar entre ellas. Sumémosle a eso carteras, bolsos, mochilas, bolsas o cualquier elemento que abarque más espacio del de su propia humanidad, y que suelen ser las primeras en subir cuando hay multitudes y se quedan ahí pegadas sin moverse más, así vean que todo el mundo tiene que "embutirse" entre ellas para poder pasar. Si les pusieran chaqueta roja de fiscalizador, hasta podrían fiscalizar gratis.


3) Las "Fogata": ¿Se han fijado que en las micros (y cada vez en mayor cantidad) quedan ciertos espacios "cuadrados" al lado de los asientos, para que la gente se vaya de pie? Son espacios como ideales para que entre alguien en silla de ruedas, por ejemplo. En este caso, pueden ser mujeres que se conozcan o no (peor aún si se conocen) y que se van de pie en círculo, dejando todo un espacio al centro donde fácilmente cabrían dos personas más al menos, pero dado lo cerrado del círculo ni soñar con pasar a ocupar ese espacio o que "rompan filas" y cambien su ubicación... salvo que uno quiera estar de canapé al medio y que lo miren por todos los ángulos posibles.

¿Se han encontrado con estos casos u otros? ¿Cómo ha sido su experiencia?

viernes, octubre 26, 2012

¡A votar! o ¿A votar?

Estamos a eso de 48 horas de que se realicen las votaciones para las Municipales 2012 de nuestro país. La primera elección donde todo el país (léase por "todo", a todos aquellos sobre 17 con derecho a voto) puede votar o no. Es la primera elección donde el voto pasa a ser voluntario, donde el universo electoral crece en una considerable cantidad, y donde, además, las encuestas muestran que la credibilidad y confianza en los representantes políticos es más baja que la cantidad de capacidad cerebral utilizada en debates de farándula (si, sorry prensa rosa, pero si hay algo de lo que carece su área es de estimulación cognitiva neuronal).

Y es que esa sensación no es gratuita, fue construida con árdua, tenaz y preocupada dedicación años y años de  prometer y no cumplir, de vender pomadas y luego tener ataques de Alzheimer sorpresivamente útiles para escapar de lo comprometido, con estiradas de chicle para dejarle el cacho de turno al gobierno siguiente (fuese o no de tu mismo partido) y que ese le dejara los resultados desastrosos de ese cacho MÁS todos los cachos nuevos ocurrentes a la incompetencia que le sucediera, y así. Y a pesar que hay esfuerzos, que a veces la pachamama se enoja también y patalea (y contra eso, en esta cultura, prácticamente nadie está preparado para solucionar de forma eficaz y eficiente los problemas que surgen ante situaciones de esa índole), y que se tienen las mejores intenciones (o eso se dice al menos), la historia se repite una y otra vez... Y a pesar que la gente es medio pasiva, desmotivada, entregada a su suerte, tanto va el agua al cántaro...

Y ahí se nos presentan dos marcadas polaridades. Los que dicen: "WAAHHH vamos todos a votarrrr!!! Es la única exclusiva excluyente omnipotente y sublime forma de expresarse-manifestarse-hablar-cambiar las cosas-mejorar el país-salvar la patria-tener voz válida-poder opinar-etc etc etc., y quien no lo hace es un pinche put* pend**o de mier** que no es ciudadano (cueck) y que si no vota es flojo, o indiferente, y no tiene derecho a opinar después!!!". Aquí encontramos a los más adultos, o el adulto-joven promedio, o los más jóvenes con familias bastante politizadas (o donde al menos alguien de la familia hace énfasis en el tema lo suficiente como para transmitir la idea de lo necesario y valioso del voto) y, claramente, los políticos de turno. Estos, además, son los típicos que pelean a muerte con los del bando contrario, y sacan a la palestra hasta el tipo sanguíneo que tiene el candidato de turno para tirarle caca encima. Son capaces de defenderlos y organizar las mejores "funas" (que asco de concepto) para arrasar con el contrario. Pero anda que le toquen el propio o su propio territorio... ¡Ahí son todos terroristas! (cariños Camilita :* ). 

Y en el otro lado están los que dicen: "Votar? Pa' que? Pa' que otra vez nos metan el dick-in-the-eye? Para seguir eligiendo a estas lacras de mier** que lo único que hacen es robar? Si al final son todos iguales, son todos familia, son la misma mier** con distinto color, aroma, forma, choclo y etcs. pero con la misma esencia. Pa' que voy a perder mi tiempo? Si el sistema vale callampa y el binominal es una mier** y no hay nada que hacer así que me paseo (Prieto, F. 2012) las elecciones". Acá tenemos a muchos jóvenes que se acercan o integran el padrón electoral más nuevo, los no inscritos en los años previos, y -aunque Ud. no lo crea- un considerable número de antiguos electores que están hasta la coronilla con las elecciones y los candidatos y POR FIN los liberaron de la ridiculez llamada "multa" por "no votar" (¿hay algo más contradictorio que darte un derecho y cobrarte por no usarlo? ¿Quién se va a querer inscribir así? Si, okey, si te inscribías es porque te interesaba -se suponía; en muchas ocasiones era hasta requisito para poder entrar a trabajar a alguna parte, cueck-; pero ¿no podía ser que en alguna ocasión no quisieras hacer uso de tu derecho? Y entonces ¿por qué tenías que PAGAR por no usar algo que es TUYO? Peo bueno, eso ya pasó. O al menos por ahora.)

¿Y qué pasa al medio? Al medio hay un megamix de tendencias distintas. Están los que toman "lo mejor de ambos mundos": van a votar pero la raya que marcan en el voto llega a parecer paralelo / meridiano de lo larga que es, más de alguno emula al maestre Freud y su teoría "falocéntrica", otros anuncian la llegada del cubo y el descenso de Optimus Prime para liderarnos a todos, algunos hábiles ocupan su 5ta extremidad para realizar el sufragio ("anula con la tu....."), y así. Otros se juegan por dar una oportunidad de "ahora si que cambia la cosa". Otros votan para twittear desde su respectivo equipo: "entrando en la cabina" "Votando" "Soy shuper-mega-loco-rebelde-bakan-antisistema y le saco foto al voto y la subo en instagram con efecto retro y marco de película fotográfica, #ykesaen", otros hacen checkin para sumar puntos dentro de lo que la lata el deber cívico permite, o reportear segundo a segundo todo lo que pasa en la calle usando el hashtag de turno de cada noticiero, haciendo la mejor pega de la vida recibiendo niuno y siendo 100% invisible, mientras los noticieros en cuestión pasan la info sin dar crédito alguno sino que quedándoselo (la gran CSM y el 27F, el que sabe, sabe).

Estas dos polaridades y el megamix que hay al medio tienen una característica clave: al menos, "respetan" al otro lado. No le "imponen" algo, pueden discutir, debatir, etc., inclusive agarrarse de las mechas eventualmente, pero la parada central es mantener su punto de vista, huevear al que tiene otro, pero pueden "convivir" en cierta medida. Son las peleas y discusiones eternas de todos los años cada elección o cada vez que viene el 11S, o el día del flaite delincuente joven combatiente, y tantas otras. Es lo que sostiene al sistema. Los políticos las saben, las conocen, las manipulan, conocen sus proporciones y juegan sus cartas en torno a ello. De hecho, las conocen tan bien que ni siquiera se dan el trabajo de vender pomada ahora: sólo ponen fotos donde salgan al lado con alguien que a le gente le gusta y que este/a salga sonriendo, y tamos. ¿O alguien vió info sobre los programas, proyectos y etc. de los candidatos, que estos hayan transmitido y NO que tenga que buscar cada votante? De las cosas raras de la vida... ¿Han visto que las empresas busquen la info de los candidatos por todos lados para construir el perfil, y que el candidato NO presente su CV por SU cuenta? ¿Y por qué acá es distinto? Llamativo.

Y se nos presenta una nueva alternativa: "funar" las elecciones. No votar por nadie, ni siquiera aparecerse casi. Esto "asustará a los políticos porque pierden legitimidad" (ORLY? O sea, yo lo entiendo, pero en la práctica... ¿importa? ¿Los tipos cambian su pega, mejoran, etc. porque nadie los elija? ¿Ha pasado algo realmente distinto desde que todas las encuestas muestran que ni un cuarto del universo electoral les cree nada?). Estos mismos que llaman a funar las elecciones son los que se llenan la boca hablando de democracia, y que la voz de la mayoría debe escucharse, y que la dictadura y etc. etc., y sin embargo, quieren funar aquello que se logró recuperar tras dictadura. ¿Quien entiende? Me hace sentido desde el hecho que el "vivir" en algo que nunca se ha "no-tenido" no permite saber lo valioso que es... pero si se supone que conocen tanto de la historia del país (de esa misma que parte del '73 hacia delante, porque Chile empezó en 1973, lo que pasó antes no existe ni importa... cueck), ¿no es esta idea una contradicción vital?

Es raro. Yo personalmente fui de los que hinché y peleé por el voto voluntario pues se ajusta a mi concepción del voto como un "derecho". Ahora que se cumplió, ahí estaré (y por si acaso, estimado lector: si porque antes no votara su juicio será <Italo>No votaba antes no estaba inscrito no escucho no puede opinar no no no la la la</Italo>, permítame decirle que: me da lo miiiismo). Y pretendo votar nulo, quizás con alguna excepción que estoy pensando. Y no, no creo que mi voto sea inútil por votar nulo. Si creo que de todo el pack que se ofrece el 95% son puras lacras y el resto no tienen chance (si, ahí soy algo negativo, estoy con desesperanza aprendida en el tema). Si creo que si los vocales de mesa y escrutadores al tomar un voto nulo (por ejemplo con un texto tipo: "Optimus Prime nos salvará!") lo leyeran íntegro o dijeran claramente qué dice / sale / se ve / etc. en vez de sólo "nulo", creería en el voto como algo que realmente sirve para manifestarse y expresar lo que se piensa. Como es actualmente, es simplemente el acto de ir a cumplir el "deber" cívico, para que sigan las mismas lacras de siempre (que, además e irónicamente, son ell@s mismos los que deciden si las cosas cambian o no, y CLARAMENTE no las van a cambiar [porque no les conviene]). Todavía no veo (salvo en atisbos de algunos políticos actuales) a alguien que realmente me represente y que sienta que tiene real "vocación de servicio" y no "vocación de servirse (del país, de nosotros, de los impuestos, los contactos, las redes, etc.)". Y hasta que no lo vea (¿o me convierta en eso?) no pienso votar por nadie. A final de cuentas, el voto por si solo no es más que un papel rayado, potencial señalador del interés nacional por participar del país, pero sin real utilidad actualmente (¿cuántos de los que votan hacen algo más por el país en periodo de no-elecciones? Servicio social, trabajo comunitario, ¡cuidado de las áreas compartidas (no botar papeles, puchos, basura, etc.)!... ¡Naaaaaada!).

Y Ud., ¿qué piensa? Yo quiero ver cuanta gente votará nueva, cuanta vieja no, y cual será el % de votantes esta vez.

miércoles, julio 04, 2012

Increible, simplemente espectacular.

(Texto rescatado de la 1ra versión de "Caballero de la Palabra", del año 2007. Relata mi primera experiencia con los Abrazos Gratis, y que traigo a colación ante el próximo Día Internacional de los Abrazos Gratis este 7 de Julio)

Sinceramente eso... increible, espectacular, y casi indescriptible.

Así es como califico la experiencia que viví hoy, desde las 17:15 hrs hasta las 19:30 hrs en la esquina de Ricardo Lyon con Providencia, sobre el Paseo Las Palmas.

Fue una cosa de un segundo a otro. Me decidí, y fui directo a una librería, a comprar un plumón"Jumbo" y una cartulina blanca grande. Aproximadamente 5 minutos después, dicha cartulina era plegada 2 veces, y luego realizaba el primer intento de escribir en el cartel las dos palabras que me acompañaron durante las dos horas y algo que antes mencionaba. Un par de minutos más tarde, finalmente el texto estaba completo en ambos lados de la cartulina; por ambas caras se podía leer la siguiente leyenda:

ABRAZOS
GRATIS

Debo reconocerlo: estaba muy nervioso. Guardé mi cartel en la mochila, y caminé hasta el sector en que comenzaría esta mágica aventura que ansiaba por vivir. Me puse los audífonos de mi mp3, para que me acompañara durante el tiempo que estuviera ahí, y, mochila a la espalda, levanté los brazos y junto a ellos el cartel, encomendándome a mi Padre para que me acompañara en la jornada...

...y me escuchó.

A los pocos minutos después, una encuestadora que se encontraba ahí, medio indecisa y medio incrédula, me preguntaba incesantemente el "por qué" de los abrazos gratis. Hasta que finalmente se decidió a recibirlo, y de ahi en adelante el resto fueron abrazos, abrazos y más abrazos, de todos los tipos de personas que transitaron entre las horas señaladas previamente. Abrazos suaves, estrechos, de a dos, de a tres, de a más que tres, de ida, de vuelta, de saludo, de despedida, de repetición... ufff!!

Con el pasar de las horas también llegaron compañeros abrazadores que tuve la fortuna de conocer hoy, y con quienes espero encontrarme los siguientes martes si el tiempo y mi Padre así lo permiten y quieren. Hoy me encontraba sin comer y medio cansado después de una larga jornada académica, y muchas veces se me cansaron los brazos alzando mi cartel... pero cada abrazo, o cada sonrisa eran suficiente energía como para continuar una y otra vez. Y esa misma energía es la que ya me tiene casi queriendo ir a sacar el cartel de mi mochila otra vez, y salir a la calle una vez más.

Sinceramente, increible. Simplemente, espectacular. Agradezco a la vida por la oportunidad que me ha dado de vivir esta hermosa experiencia, y poder seguir llevándola a cabobiggrin.

Saludos a todos, hoy soy HIPER-FELIZ. Solo una cosa podría hacerme más feliz aún, pero esa me la reservo para mi wink. Espero comenten mucho y compartan mi alegría hoy y siempre ^^.

PD: Fany, muchas gracias por haberme permitido iniciar mi conocimiento sobre esto... eternamente agradecido contigo! Muacks! biggrin

domingo, julio 01, 2012

Pensamientos, lluvia, silencio. Estar.

Noche. En la medida que los minutos pasan, la dorada luz del sol se mezcla con el gris de las cargadas nubes, y tiñen los cielos de un púrpura carmesí, solamente interrumpido por las siluetas de árboles, casas, edificios. El aire se torna tibio y como en suspenso: no hay brisa, no hay ráfagas. Está ahí, flotando, sin movimiento aparente o perceptible. Las horas pasan sin que esta pintura cambie en absoluto sus tonalidades. No hay luz de luna, no hay cambios en la oscuridad o en el nivel de luz; por un momento, si sólo mirásemos el cielo, parecería que el tiempo se detuvo, que el  mundo está en pausa.

Sin embargo, esto es tan sólo un epílogo. Como el telón del escenario. Sin mediar opertura, sin mediar instrumentos, de pronto oigo en el techo un leve sonido. Y otro. Y otro más. Y se van multiplicando por montones, primero de forma tenue, luego algo más agresiva, y finalmente desaparecen. Y vuelven a aparecer, ahora con mayor intensidad. En esta ocasión, pareciese que no van a ceder. Aquellos pequeños sonidos sobre el tejado, antes separados y sin ritmo, gradualmente comienzan a hacerse y tornarse más intensos. Decido apagar la luz artificial, aquella que quiere ser tan dorada como la solar pero que dista mucho de conseguir ese fulgor. Mis ojos, si bien abiertos, ceden su espacio a mis oídos, a mi piel, a mi olfato. Y puedo percibir que ahora sobre el tejado hay una marcha, un ejército marchando sobre este pero sin avanzar, sólo dejando huella y dando paso al siguiente paso por ser dado. Y puedo sentir en mi piel como un suave y frescamente gélido soplido se cuela entre las rendijas de mi ventana, y acaricia el dorso de mi mano, mis mejillas, la punta de mi nariz. Y en ellos, traen mensajes del ambiente, nuevos aromas, fragancias de la naturaleza: tierra húmeda, pasto mojado, aire limpio. 

Mi cuerpo está quieto. No está oscuro; el tinte rojizo ilumina, aunque levemente, los cuatro muros que me rodean. Y como haciendo eco de la marcha en el exterior, mis músculos hacen causa común con los marchantes y comienzan a relajarse, invitándome a recostarme. Decido aceptar la invitación, y miro hacia el cielo, a pesar de la interferencia que hay entre mi cuerpo y este con el techo que me cobija. Y me recuesto con los brazos extendidos a cada lado, como si estuviera innatamente invitando a ese ejército a venir a mi, a recibirle en un abrazo, a cobijar su llegada. La marcha sigue, el ritmo es cada vez más claro. Inclusive, hasta podría pensarse que algo están diciendo, o algo quiero decirme yo. En ese espacio de conexión con los sentidos, con lo más fino que provee nuestra madre, mil pensamientos cruzan mi mente, exigen mi atención y mi tiempo, mas decido en una fracción de segundo dejarlos pasar. Hoy no quiero llevar el pandero, hoy no quiero dirigir al ejército, hoy no quiero luchar. Hoy quiero recibir a los pequeños soldados que provienen del encuentro entre la luz y las nubes, y el mensaje que su marcha entrega en mi. Nada más. Hoy no quiero pensar en ti ni en lo que pasó, pudo pasar, pasará o no pasará. Hoy no quiero pensar en lo que hay que hacer, en el cómo, en el cuando, o en el quien. Hoy no quiero pensar en lo pendiente ni en lo pensado. Hoy, ahora, quiero lluvia. Y quiero mucha. De esa que viene a visitar con su mensaje de marcha natural, melodía sinfónica gratuita y accesible por cualquiera que la quiera oír. Hoy quiero tan sólo estar aquí, ahora. Conmigo.

lunes, abril 30, 2012

La Historia de una Sombra - Cáp. III

Una gélida brisa acariciaba las llanuras que separaban Sillium de Hylia. En su interior, las cuadrillas seguían en busca de la desaparecida integrante de la familia Rheyke, sin mayores resultados. Gradualmente los ciudadanos iban enterándose de lo ocurrido, y las malas noticias llegaban ya a las tierras de la Familia. Arkhael y Lady Rheyke atravesaban largos pastizales rumbo a Hylia, amparados por la oscuridad de la noche. Poco a poco la mujer comenzaba a recuperar sus fuerzas tras el ataque; sin embargo, distaban mucho de la condición física del asesino, por lo que debían realizar detenciones para descansar cada ciertas distancias recorridas. En el horizonte ya podía observarse claramente el Faro Negro, simbólico de la ciudad de Hylia. Muchos marineros y navegantes relataron que, literalmente, era como ver "una luz al final del túnel" en las noches más oscuras. Parecía como una esfera luminosa flotante en el medio del oscuro manto de las noches de nula o poca luna.

-Pronto llegaremos al puerto. Descansa hasta que sientas que tus fuerzas se han recuperado y come algo. Considerando la hora y el tiempo desde que salimos de la ciudad, el próximo trayecto deberá ser sin detenciones, o no llegaremos a tiempo para poder entrar sin mayores problemas -comentó Arkhael.
-No te preocupes -respondió Lady Rheyke- yo estoy bien. El aire fresco y la actividad física me han ayudado mucho. Lamento estar deteniendo tu camino...
-No es problema, Señorita. Aún podemos llegar a tiempo a nuestro objetivo, sin tener que rendir mayores explicaciones. No he visto patrullajes o señales de peligro alguno en los alrededores. Al parecer aún no se han dado cuenta de que ya no se encuentra en la ciudad.

La mujer miró al asesino mientras este observaba los alrededores.

-Ayla -dijo-. Llámame Ayla. Por favor.

Arkhael observó por un instante a la mujer. El miedo que antes observara en sus ojos había dado paso a una mirada de tranquilidad y confianza bastante inusual, dada la situación. Aún así, le agradó el conocer el nombre de la muchacha.

-Está bien, Ayla -respondió.

Mientras la joven terminaba de recuperarse, continuó observando al joven a su lado. Los pardos ojos de este parecían observar algo mucho más allá de lo que ella podía ver, aparentemente, a pesar de estar en el medio de oscuros parajes y a la mitad de la noche. Sin embargo, algo le pareció extraño de repente, al observarle. No reconoció de buenas a primeras que era, pero algo se veía distinto en él. 

-Debemos continuar. El tiempo apremia.
-Está bien, vamos entonces. Ya me encuentro bien.

El asesino extendió una mano a la joven para ayudarla a levantarse. Mientras se ponía de pie, Arkhael sorpresivamente la tiró rápidamente hacia él, y con ella apoyada contra su pecho, se lanzó al suelo. Sin entender que ocurría, la joven cerró los ojos instintivamente por un instante; al abrirlos, observó un destello anaranjado pasar sobre ellos, perdiéndose en el horizonte. Al mismo tiempo, vio que los azules cabellos del asesino se encontraban desatados y la punta de algunos algo quemados, al igual que una de las puntas de la escarlata bufanda que vestía. 

-Como lo pensé -escucho Ayla, de una voz que no reconoció-. Ese no es un Manto de Dragheel, y tu lo sabías. Pero no entiendo, ¿por qué entonces mandaron a esta mujer? Y también, ¿por qué la estás protegiendo? A estas alturas ya debes de haberte dado cuenta tu también, Asesino.
-Ya me parecía sospechoso que un Mago elegido para cuadrillas de búsqueda de esta índole no supiera diferenciar un Manto de Dragheel de una imitación. Bajé la guardia demasiado pronto, al parecer. Esa bola de fuego era una marca, ¿no?
-Así es. Sabía que estaban ahí, y sabía que no dejarías que la bola los alcanzara. Seguir el rastro de mi esencia mágica fue algo sencillo. Y tu, al parecer, estabas demasiado ocupado velando por el cuidado de esta muchachita, como para darte cuenta de mi presencia. 

Ayla observó al misterioso atacante. Una flama azulina en sus manos revelaba un rostro que se le hizo familiar. Ishkaviel, el Mago que los había rastreado junto a una cuadrilla se encontraba frente a ellos. Con un gesto, la flama salió despedida hacia el cielo y explotó como un fuego de artificio.

-No pasará mucho tiempo antes que lleguen mis compañeros -dijo Ishkaviel-. Sin embargo, dudo que sea mucho lo que tengan que hacer, salvo escoltar a esta mujer de vuelta a Palacio. 
-Pareces muy seguro de ti mismo, hechicero. No me subestimes -replicó Arkhael. A su vez, comenzó a dar una serie de suaves pasos de un lado a otro, y su imagen comenzó a diluirse entre las sombras.
-Ese truco ya lo había visto, Asesino. No funcionará esta vez.

El mago, de verdes cabellos y larga barba, vestía una túnica de un color arena con dibujos azulinos. En sus brazos y su cuello, largas cadenas de brillantes piedras de diversos colores colgaban, enrolladas. Clavó frente a él un cetro coronado con una gran piedra púrpura, y los suelos se tornaron blandos y pantanosos a su alrededor; luego, extrajo dos piedras azules de cada una de sus muñecas y las empuñó en sus manos, al tiempo que murmuraba unas palabras. Las piedras se tornaron en dos flamas azules, que salieron despedidas dibujando una serie de círculos alrededor de Arkhael, Ayla e Ishkaviel, encerrándolos dentro de estos. La oscuridad de la noche se desvanecía ante las largas columnas de fuego que rodeaban el lugar, y la difusa imagen del asesino rápidamente volvió a tornarse clara.

-Observé tus trucos cuando te acercaste a la caravana en Sillium. Debo decir que me sorprendiste. Sin embargo, también me fue clara la forma de contrarrestarlo. Estás a mi merced, muchacho.
-Entonces vamos a tener que hacer esto a la manera antigua -respondió, y extrayendo rápidamente sus dagas, se abalanzó sobre el hechicero, aunque su velocidad disminuyó significativamente al pisar el pantanoso suelo alrededor del cetro..Este extrajo el objeto del suelo y bloqueó los golpes que el asesino lanzaba, al tiempo que conjuraba una nueva bola de fuego que se emanaba desde la piedra púrpura, y que Arkhael apenas y logró bloquear cuando fue lanzada hacia él. Ayla observó como el asesino era bombaredeado por diversas bolas de fuego, de distintos colores, que con gran agilidad lograba esquivar, pero que gradualmente se acercaban más y más a él. Finalmente, vió como este fue despedido largos metros hacia atrás tras bloquear una seguidilla de tres de estas, quedando a escasa distancia del primer muro de flamas azules que los rodeaba, y con algunas quemaduras evidentes en el rostro y sus ropas. 

-Maldición -murmuró el asesino- estoy perdiendo demasiado tiempo en esto. Si la cuadrilla llega, no habrá forma de que podamos escapar de aquí...

Ayla seguía observando fijamente a Arkhael. No conseguía aún recordar qué era lo que le parecía distinto en él, pero algo le molestaba. Le parecía ridículo estar pensando en algo así en un momento así, pero algo en su interior no dejaba de recordar esa diferencia que le parecía percibir.

-...creo que no me queda alternativa. -continuó, y comenzó a soltar los vendajes de sus brazos. 
-¡El tatuaje! -exclamó Ayla- ¡El tatuaje ya no está! ¡Y tus ojos son de diferente color!

El Asesino cerró los ojos. Los sueltos vendajes dejaban al desnudo sus brazos, mientras se enredaban en las dagas que aún sujetaba en sus manos. 

-¿Tatuaje? ¿De qué estás hablando? -respondió Ishkaviel mientras conjuraba nuevas flamas para continuar su ataque. De pronto, se detuvo en seco. Comenzó a sentir un sorpresivo frío en los alrededores, a pesar de los muros de fuego que los rodeaban. Ayla también comenzó a sentir mucho frío, y notó que podía observar el vapor salir de sus labios al respirar. Ambos dirigieron instintivamente la mirada hacia el joven asesino, que murmuraba suavemente algunas palabras.

"Dioses, Padres de los cuatro Grandes Elementos,
elementales Hijos, fruto de vuestra unión,
aquí y ahora invoco vuestra presencia.
Fuertes vientos, torrentosos caudales,
en nombre de la Princesa Blanca los conjuro yo..."

-No puede ser... ¿¡Una Sombra!? -exclamó Ishkaviel. Ayla notó que el hechicero retrocedió unos pasos, mientras conjuraba cada vez más frenéticamente nuevas bolas de fuego en sus manos y a su alrededor. Al mismo tiempo, los vendajes en los brazos de Arkhael se llenaban rápidamente de distintas runas, en un brillante color turquesa, hasta alcanzar sus dagas. En el brazo izquierdo, nuevamente un tatuaje tomaba lugar, en la medida que las runas se dibujaban a través de los vendajes. Era algo difícil de describir; parecía el cuerpo de un Skylar, un Dragón de cuatro pies, extensas alas, larga cola y cuya cabeza se caracterizaba por la "barba" que parecía tener. Sin embargo, en el tatuaje ni las alas, ni las patas, ni la cola eran visibles. Sólo el cuerpo y la cabeza. El Asesino empuñó una de sus dagas, y la alzó al cielo.

"Cristales eternos, dancen sobre el viento,
a este sitio les invoco yo;
¡y de blanco manto cubran suelo y aire,
así como todo cuanto a nuestro alrededor!

Arkhael abrió los ojos, y tanto Ayla como Ishkaviel observaron como su ojo izquierdo se tornaba de pardo a un celeste claro, casi blanquecino. Arrojó la daga amarrada al vendaje al suelo frente a él, y al momento de clavarse en este, una ventisca de nieve se desató desde el arma, cubriendo el suelo y apagando rápidamente los muros de fuego que les rodeaban, así como congelando el pantano frente al mago. Este, desesperado, comenzó a arrojar sus conjuros hacia el asesino, pero las flamas eran absorvidas por la ventisca y se desvanecían antes de, siquiera, llegar a pensar en acercarse a su objetivo. Quitándose una de las cadenas de sus muñecas, el hechicero conjuró una espiral de flamas que lo rodearon; sin embargo, la ventisca rápidamente congeló las piedras, que cayeron pesadamente al suelo. Viendo la inutilidad de sus conjuros, el mago comenzó a escapar.

-¡Lo lograste! ¡No sé cómo lo hiciste, pero estamos a salvo! -exclamó Ayla. Sin embargo, Arkhael aún continuaba concentrado en su conjuro. La chica observó como el otro ojo del asesino comenzaba a teñirse del mismo celeste blanquecino del otro. En el tatuaje, las alas del Skylar comenzaban a hacerse presentes.

"Lanzas guardianas, eternas guerreras, 
su presencia invoco acá;
¡al enemigo que atenta contra mi vida,
ajusticiad de inmediato, sin piedad!"

El joven alzó la daga sobre su cabeza, y dando un leve giro con el brazo la arrojó hacia el hechicero. Este, que sintió la esencia mágica en su espalda dio un giro, y arrojando tres piedras rojas, conjuró un muro de piedra en el que la daga quedó incrustada, cayendo al piso frente a él. Sonriendo victorioso de haber bloqueado el ataque del Asesino, y viendo que la ventisca comenzaba a amainar, el hechicero volvió a alzar su cetro y a prepararse para conjurar un nuevo hechizo. De reojo, sin embargo, observó la aterrorizada expresión de Ayla, mas era demasiado tarde para reaccionar. Sorpresivamente, sintió un intenso frío en sus muslos, muñecas y cuello, y no pudo moverse más. Con dificultad bajó la vista y observó como una serie de estacas de hielo se habían emanado desde la daga que antes había bloqueado y ahora habían atravesado sus piernas, brazos y cuello. El frío de las estacas adormecía sus músculos impidiéndole sentir dolor, a pesar que de estos la sangre emanaba como un manantial. Arkhael recogió su otra daga, se acercó al hechicero y le dió el golpe de gracia, tras el cual las estacas de hielo desaparecieron y lo dejaron caer, agonizante.

-S...S... S... Sombra... Pe....ro cómo... Ustedes fueron...
-No, no fuimos -sentenció Arkhael. La última puñalada había dejado una porción de veneno en el pecho del hechicero, que finalmente daba su último respiro. Dándole la espalda se dirigió hacia Ayla nuevamente. La mujer se encontraba sin habla.

-Ponte de pie -dijo él- debemos continuar nuestro rumbo. La cuadrilla no tardará en llegar y nuestra mejor oportunidad es escondernos en Hylia mientras la noche perdura. Tu irás adelante, yo iré cuidando nuestra huida.

La mujer se puso de pie y comenzó a correr en dirección a Hylia. Arkhael volvió a amarrar sus cabellos, y siguió los pasos de la chica. Unos kilómetros más allá, la cuadrilla se acercaba en dirección al lugar donde Ishkaviel yacía, sin saber con lo que se encontrarían.

sábado, abril 07, 2012

La Historia de una Sombra - Cáp. II

La noche cayó sobre la ciudad de Sillium. En los alrededores de la Fuente de la Vida, la Guardia de Palacio examinaba los cadáveres de la desafortunada caravana, y los llevaban a ser sometidos a autopsias y exámenes diversos. Asimismo, se extrajeron los tesoros que portaba el carruaje y aquellos que quedaron tirados en el suelo, entre los cuales podía apreciarse que algunos habían desaparecido. Algunos guardias inconscientes fueron llevados a tratamiento para luego ser interrogados sobre lo ocurrido, y se envió rápidamente un mensaje a la Casa Rheyke para señalarle lo acontecido. En Palacio, el furioso monarca sostenía una reunión de emergencia con su Comitiva Real.

- ¡Esto no puede estar pasando! -bufó- ¡La Casa Rheyke es uno de los sustentos esenciales de la economía Silliumena, y esta carnicería nos deja en PÉSIMOS términos ante ellos!
- Lo bueno es que entre los fallecidos no se encontraba el cuerpo de la señorita Rheyke -señaló el Ministro de Relaciones Exteriores, un jóven muchacho proveniente de una acomodada familia Silliumena. Su comentario sorprendió al resto de la comitiva, que observó cómo la furia de Su Majestad escalaba a niveles insostenibles.
- ¿Lo bueno? ¿¡LO BUENO!? ¿Pero tú eres estúpido? ¿¿¿CÓMO DEMONIOS VA A SER "LO BUENO"??? ¡¡¡Ahora algún sucio mercenario, o quizás algún clan de contrabandistas la tiene en su poder, y con ello, tendrá también a la familia Rhekye en sus manos!!! ¿¿Y si fue alguien de la ciudad de Ahlba, queriendo debilitar la confianza de los Rheyke en nosotros, ah?? ¿¿Se puede saber DÓNDE está "LO BUENO" de ello?? ¡¡Imbécil!! -bramó. El joven se quedó mudo, y agachó la mirada.
- Lo que dice el muchacho no deja de ser cierto, Su Majestad -señaló el Consejero Real, cargo considerado como la "mano derecha" del Rey- El que el cuerpo de la muchacha no se encontrara entre los fallecidos es una oportunidad. Al momento de registrarse el incidente, como Ud. sabrá, las alarmas fueron dadas en toda la ciudad, y cada posible salida (inclusive los alcantarillados) fueron fuertemente resguardados por guerreros y hechiceros. La única forma de escape posible habría sido aérea, pero dados los altos muros de la ciudad eso es humanamente imposible. El abductor de la Srta. Rheyke se encuentra aún en la ciudad, y aún tenemos posibilidades de encontrarlo antes de que esto pase a mayores.

El rostro del Rey comenzó a relajarse. Las arrugas propias del paso del tiempo sobre su persona, mezcladas con las cicatrices que acarreaba desde sus tiempos de General Comandante 1° del Ejército de Sillium comenzaban a desvanecerse y reordenarse, respectivamente. Era muy característico en él que, en sus momentos de furia, las arrugas sobrepoblaran su rostro, tornando difusas sus cicatrices, y en sus momentos de relajo dichas arrugas desaparecieran, tornándose sus cicatrices más uniformes y coloridas.

- Ese es un buen punto, Consejero. Quiero que se pongan a trabajar junto al Ministro de Materias Militares en enviar cuadrillas de Cazadores, Hechiceros y Guardias en busca del bastardo que asesinó a toda esa caravana y secuestró a la hija de Rheyke. El máximo cuidado debe ser puesto en su recuperación; pero una vez asegurado su bienestar, pueden hacer con el maldito lo que quieran -ordenó.
- Sí, Su Majestad -respondió el Consejero. La Comitiva Real se levantó y se retiró a sus respectivas labores. Rápidamente se formaron las cuadrillas pedidas por el Rey, y la ciudad fue puesta en estado de máxima alerta. Una vez resonaran las 12 campanadas del Gran Campanario, todo mercader o civil que se encontrara en las calles sería aprehendido de inmediato, sin derecho a queja. Las 12 campanadas eran el tiempo suficiente para que los ciudadanos volvieran a sus hogares o buscaran refugio en algún local o residencia cercana. Esto había causado innumerables arrestos de turistas extranjeros que no conocían dicha norma, mas también habían permitido la captura de diversos criminales en el pasado.

En otro sector de la ciudad, Arkhael se ocultaba entre algunos callejones distantes del sector del incidente. Gracias a los altos muros de la ciudad, las sombras que se producían en algunos callejones eran muy oscuras y pocos se arriesgaban a meterse en estos, salvo vagabundos, ladronzuelos y uno que otro borracho perdido, buscando dónde dormir sin ser molestado. Acomodando algunas bolsas y cajas, el Asesino construyó un lecho donde recostó a la desmayada mujer, para luego sentarse frente a ella. Su entrenamiento le había provisto de una excepcional visión nocturna, la cual le permitía aprovechar hasta el mínimo atisbo de luz para observar sus alrededores.

- ¡Estúpido! -dijo- ¿Para qué me traje a esta chica? Debí haberla matado inmediatamente. Es seguro que Palacio ahora nos debe estar buscando por todas partes. No podré salir de la ciudad con ella a cuestas, pero tampoco puedo dejarla por ahí, sabiendo que me ha visto y podría reconocerme. Creo que no me queda más alternativa que acabar con ella aquí mismo y escapar. 

Empuñando una daga, observó a la indefensa mujer. Por algún motivo que no comprendía, no fue capaz de continuar con su acción. 

- Demonios... ¡Que problemático se ha vuelto esto! Y yo que lo pensé como un trabajo sencillo. Me pregunto quienes serían los que atacaron la caravana. Al matón lo recuerdo claramente, estaba junto al hombre que me buscó para este trabajo pero ¿por qué quiso matarme?
- Pro...probablemente para... para que mi muerte y la de los otros quedara ráp... rápidamente establecida como un ataque Silliumeno -murmuró la joven, que oyó los pensamientos en voz alta del Asesino. Este de un salto se puso de pie y empuñó sus dagas, listo para callarla al más mínimo intento de grito o movimiento extraño.
- No te preocupes -continuó ella- no pretendo gritar. ¿En quién podría confiar? Esta ciudad se supone que era el lugar más seguro para realizar negocios, y tu mismo viste (y fuiste parte de) lo que pasó. Aún no entiendo por qué no me matas... ¿Abusarás de mi? Yo no opondré resistencia alguna... pero por favor, hazlo ya si es lo que pretendes hacer.

La desesperanza en sus palabras conmovió al asesino. Comúnmente, una víctima en esa situación luchaba, gritaba e inclusive intentaba batallar. Pero la entrega de esta mujer a un eventual fatídico destino, por un lado causaba compasión en él, a la vez que una ferviente rabia. ¿Cómo no va a luchar? ¿Cómo alguien de tan acomodada posición no va a aferrarse más a la vida, si lo ha tenido todo? ¿Que mierda está mal con esta mujer? ¿Es acaso que la vida de quienes lo tienen todo un infierno, muy distante a lo que comúnmente observamos y creemos? eran los pensamientos que cruzaban por la mente del muchacho. 

- No pretendo "abusar" de ti, tampoco matarte -respondió, volviendo a enfundar sus dagas-. La verdad, no sé qué haré contigo, ni por qué te saqué de ahí. Quizás debería dejarte aquí, ahora que ya estás despierta, pero el hecho de que me hayas visto me aproblema. 
- No voy a denunciarte -respondió ella-. No has hecho nada malo contra mí. Y no ganaría nada con hacerlo tampoco.

Arkhael no resistió. La parsimonia en las reacciones de ella, simplemente, lo sulfuró

- ¿¡¿Es que acaso no tienes sangre en tus venas?!? ¿¿Cómo rayos te puedes dar por vencido tan facilmen---le enrostró, levantándola cogida desde el manto y las ropas que portaba. Sin embargo, y para su sorpresa, al entrar en contacto con ella pudo notar que la joven estaba temblando, que de sus ojos las lágrimas no cesaban y que, en realidad, estaba aterrada. Un terror mezcla de impotencia, de miedo, de desilución. Lo mismo que antes viera en sus ojos, ahora podía sentirlo en su piel. Soltó sus ropas y retrocedió. La mujer comenzó a sollozar, mientras él la observaba, sin saber que hacer. De pronto, escuchó un leve sonido acercarse al callejón.

- ¡Shh! -le dijo, y se precipitó a la entrada del mismo. Acercándose rápidamente, dos Magos (cada uno con una esfera mágica de fuego en sus manos, iluminando el camino), dos Guerreros (espada en mano) y un Cazador (rastreando esencias y huellas) avanzaban en dirección al callejón. El Asesino, aprovechando las sombras, extrajo una bola de un material similar a la tierra, y la hizo rodar desde la entrada del callejón hacia lo más distante posible. La bola fue desmembrándose y desintegrándose en el camino, pero avanzando rápidamente en la dirección que fue arrojada. Una vez hecho esto, extrajo una botella con un transparente líquido, que comenzó a esparcir por el callejón hasta el lugar donde se encontraba la mujer, a quien se llevó más al fondo aún. Tapándole la boca y colocando una de sus dagas contra su cuello, observó cómo la entrada del callejón se iluminaba, producto de las esferas de fuego. Las voces de la cuadrilla hicieron eco entre los muros, por lo que se podían oír claramente a pesar de la distancia.

- El perfume de Lady Rheyke llega hasta aquí -señaló Fing, el Cazador- y la otra esencia se desvía en dirección al sur.
- ¿Sola? -preguntó Thamael, uno de los Guerreros- ¿Y Lady Rheyke? 
- Puede haberla matado -respondió Fing- La esencia humana se desvanece rápidamente una vez fallece la persona. Sin embargo, tampoco percibo aroma a sangre, ni esencia de muerte.
- Puede haberla asesinado con algún veneno y haber huido con su cadáver para arrojarlo lejos y ganar tiempo -mencionó uno de los Magos, Exelas- Es lo que yo habría hecho, al menos.
- No -sentenció el otro Mago, Ishkaviel- Aquí hay algo extraño.
- ¿A qué te refieres? -preguntó Collem, el otro Guerrero- Yo no percibo nada distinto de lo habitual
- Es sencillo. Lady Rheyke usa un perfume muy particular, de producción única de la Familia Rheyke. No sería sencillo para alguien conseguir esa esencia. Creo, además, que lo que ocurrió en la Fuente fue algo que no estaba planificado de esa forma. Las formas de morir de los Guardias fueron demasiado distintas.
- También me molestaba eso -comentó Fing- pero ahora que lo mencionas, me hace sentido. Lo mismo con el estado del carruaje; era demasiado limpio para ser una simple carnicería. Si estamos en lo correcto, lo más probable es que quien escapó con Lady Rheyke sea un Asesino. Y que este quiera despistarnos...
-...pero no tuvo como replicar el perfume de Lady Rheyke en su intento -continuó Ishkaviel-. 

- ¡Maldición! Debo pensar rápido, o estaré en problemas -pensó Arkhael. Extrajo otra pequeña botella de su cartuchera y comenzó a soplar hacia el cielo.

Ishkaviel se situó frente al callejón y, con su esfera de fuego frente a el, observó la impenetrable oscuridad que se situaba entre él y Arkhael. 

- Entonces, ¡Hagamos salir a la rata, o saquémosla carbonizada si no lo hace! -exclamó, y con un rápido gesto, arrojó la bola de fuego al interior. Arkhael y la muchacha observaban atónitos la situación; dada la forma del callejón, la única salida posible era por el frente, y si la bola los atrapaba, su explosión cubriría el espacio en flamas, impidiéndoles intentar huir inclusive. 
- ¡IDIOTA! -exclamó Exelas, y, tras murmurar algunas palabras, cinco flechas congeladas salieron disparadas rápidamente hacia la bola antes disparada, neutralizándola- ¿Y si Lady Rheyke está ahí? ¿¿La vas a carbonizar también??
- ¡Él tiene razón! -señaló Collem, sujetando al mago por la extendida muñeca- ¡Debemos ser precavidos!
- ¡Ustedes son los idiotas! -replicó Ishkaviel, soltándose del agarre del Guerrero- ¿Acaso no recuerdan que Lady Rheyke portaba un Manto de Dragheel? ¡Las fibras con las que el manto está confeccionado hacen a su portador inmune a las flamas! ¡Estamos perdiendo tiempo!

En la mano del mago, nuevamente las flamas comenzaban a condensarse creando una nueva bola de fuego. Se aprestaba a lanzarla, cuando una multitud de gatos desde el sur corrió hacia la entrada del callejón, sucios con un polvo púrpura. A su vez, una bandada de aves salió desde este, y aves y gatos comenzaron a revolotear entre ellos. Fing observó que entre las garras de uno de los animales se encontraba una cadena dorada enredada.

- Observen -señaló- este pájaro tiene una de las cadenas del tesoro Rheyke. 
- ¿Y qué con eso? -respondió Ishkaviel, con el hechizo ya listo.
- Estos animales se estuvieron persiguiendo entre ellos -dijo Fing- El polvillo morado es barro de los alrededores de la Fuente.
- ¡O sea, que estos pajarracos se robaron las cadenas y el resto sólo iba detrás de su cena! -bramó Thamael- ¡Y hemos estado persiguiendo a un grupo de animales estúpidos todo este tiempo! 
- Eso parece -respondió Fing-. Una vez que los pájaros huyeron hacia los cielos es imposible seguir la pista de la esencia. Y los felinos, por lo que observo, simplemente siguieron su recorrido.
- ¿Y por qué el polvo de barro? - señaló Ishkaviel
- Es evidente -replicó Exelas- Estaban en la fuente tratando de sacar peces azulinos. 
- Sea lo que sea, esto ha sido una pérdida de tiempo -suspiró Collem- Volvamos al punto de inicio e investiguemos otro sector.

Ishkaviel no quedó del todo conforme. La cuadrilla comenzó a emprender su retorno, y el mago siguió observando el callejón. Arkhael lo observaba fijamente a los ojos, sin emitir sonido alguno. Cuando sus compañeros se alejaron, el mago conjuró una pequeña bola de fuego que arrojó hacia los gatos y las aves frente al callejón, que rápidamente se dispersaron. Dio media vuelta y se fue rumbo a sus compañeros, mientras la bola de fuego atravesaba el callejón. Corriendo hacia ella, Arkhael desenvainó sus dagas y con una serie de rápidos cortes pudo apagar la enemiga flama. 

- Eso estuvo demasiado cerca -suspiró- Si hubiera detenido la primera bola de fuego, habrían sabido que estábamos aquí dentro. Afortunadamente aún me quedaba Esencia de los Pantanos, tan atractiva para los animales de esta zona. Pero es seguro que vuelvan otros por aquí y el truco no funcionará dos veces. 
- ¿Qué harás entonces? -preguntó la mujer.
- No puedo arriesgarme a dejarte acá -replicó Arkhael- Ahora qué sé que portas un manto de Dragheel, me eres más útil aún. Claro está, si yo portara el manto atraería demasiada atención de fuera, por lo que tendrás que ser mi escudo humano hasta que logre alejarme lo suficiente de esta ciudad y que las cosas se calmen. Las ciudades vecinas aún deben ser ignorantes de lo que aquí ocurrió, por lo que la estrategia más segura será escapar a la ciudad costera de Hylia. 
- Pero las entradas están protegidas y resguardadas... 
- No saldremos por la entrada -sonrió el Asesino- Que esta cuadrilla haya desechado esta zona nos dará suficiente tiempo para escapar escalando los muros. La luna de hoy también favorece la oscuridad, por lo que no seremos vistos. Lo siento, pero no tienes más opción que venir conmigo.

Arkhael trepó rápidamente por los muros del callejón y observó el lugar. Recogiendo algunas cuerdas utilizadas en las cercanías, más algunas basuras y otros que podían ser utilizados como cuerdas, subió a la mujer hasta los techos y luego bajó con ella fuera de la ciudad. Sin embargo, algo le molestaba.

- Esta mujer, sin duda alguna, lleva un manto de gran valor -pensó- pero no hay forma que sea un Manto de Dragheel. Los pocos que aún existen están fuertemente resguardados por su valor militar, y ni siquiera el poder económico de la Familia Rheyke podría asirse de uno de ellos. Sólo los Líderes del Gremio de los Asesinos y de los Magos, así como los que pertenecimos a la Órden de los Oscuros conocemos el paradero de estos Mantos y su desaparición. ¿Cómo pudo entonces ese mago exponerse a la situación de efectivamente asesinar a esta mujer? Ese tipo sabe más de lo que aparenta.

Con la luna situándose sobre Sillium, Arkhael y la mujer Rheyke emprendieron camino hacia la ciudad porteña de Hylia.

jueves, abril 05, 2012

La Historia de una Sombra - Cáp. I

Faltaba poco para el atardecer. En las calles, y sobre los adoquines, los comerciantes intentaban vender sus mercancías restantes antes de cerrar la jornada. La ciudad de Sillium se caracterizaba por ser una ciudad de gran comercio y atraer a viajeros y mercaderes de todos los rincones del continente. Su arquitectura clásica, mezcla de piedra con ladrillo, habían mantenido sus construcciones sin cambios a lo largo de las décadas, pareciendo a ratos una ciudad "perdida en el tiempo", considerando las inclemencias naturales que habían arrasado con las ciudades vecinas que lentamente se habían vuelto a levantar, mientras que Sillium seguía "sin rasguño alguno".

Por la avenida principal una larga caravana, seguida por un refinado carruaje, se abrían paso tras haber realizado diversas negociaciones. Las cortinas que cubrían las ventanas de la caravana no permitían ver a quienes se encontraban dentro de esta. Tampoco era posible verlos realizando las compras pues quienes negociaban eran los sirvientes que acompañaban la caravana, pero estos eran asesorados y ordenados por los miembros de la familia Rheyke desde el interior de la misma. La identidad de los miembros de esta familia se había reservado férreamente a lo largo de los últimos años, pues habían sido objeto de variados intentos de asesinato, por parte de otras familias mercantes celosas de su patrimonio y su capacidad para negociar.

En la entrada de los callejones, justo al costado de un negocio de frutas, un esbelto joven se apoyaba sobre el muro. Sus largos y trenzados cabellos azulados se mezclaban con un oscuro y también largo pañuelo carmesí, que asemejaba a ratos una bufanda, cayendo largamente tras su espalda y cubriendo la mitad de su rostro, solamente dejando a la vista sus ojos, uno azul y el otro pardo. Su ropaje, de un púrpura claro, bien ceñido a su figura, dejaba entrever las placas de metal que se encontraban tras los ajustados géneros en forma de vendajes, aunque algo rasgados e inclusive gastados.. Sus brazos sólo eran cubiertos por unos vendajes en los bíceps, y por unos guantes púrpura, tan ceñidos como el ropaje. Destacaba en su brazo izquierdo un tatuaje, que si bien se encontraba cubierto por el vendaje, dejaba entrever una figura con una larga y puntuda cola. En sus piernas, Arkhael vestía unas negras calzas, y acompañadas de unas botas púrpura como su vestir, que le cubrían hasta las canillas, las cuales eran también protegidas por láminas metálicas ocultas en el calzado. En su cinto y hacia su espalda, dos afiladas dagas envainadas descansaban, y en sus flancos, dos pequeñas cartucheras parecían estar llenas o de monedas o de algo más. El hombre observaba desde su lugar el paso de las caravanas, mientras silbaba una suave tonada.

El sol comenzó a descender. Tras pasar por detrás del Gran Campanario, al norte de la ciudad, la sombra proyectada por este marcaría la última media hora cual reloj de sol gigante, antes de la caída de la noche. En este proceso, la sombra recorría la mitad sur de la ciudad, gradualmente, comenzando su ensombrecimiento en Palacio, continuando en la Gran Avenida Mercantil, y terminando en la Fuente de la Vida. Dicho espectáculo era gratamente esperado a diario por todos los Silliumenos, pues simbolizaba el término de otra productiva jornada y el momento en que el mundo llamaba al descanso, para la jornada por venir.Palacio hacía encender las luces de sus jardines y de la fachada del castillo, mientras la caravana de la familia Rheyke comenzaba a dar la vuelta hacia la Fuente. 

Desde el segundo piso de la Residencial Central, un hombre observaba a la caravana avanzar. No perdía detalle alguno de los movimientos de los sirvientes y del conductor del carruaje. Observaba claramente a la decena de guardias que caminaban frente y tras el carruaje (cuatro al frente, cuatro atrás, y uno al costado de cada puerta), y a los dos Asesinos que acompañaban al conductor. La familia Rheyke no escatimaba en gastos a la hora de protegerse, y esto hasta ahora les había permitido continuar con vida. 

Hasta ahora.

Cuando la sombra del Gran Campanario se situó sobre la Avenida, Arkhael se mezcló entre las sombras y rápidamente se tornó "invisible". Mezclado entre la muchedumbre, con pisadas que no resonaban en los suelos, y con una agilidad propia de quien sigue los caminos de la muerte, raudamente se fue aproximando a la caravana. Había estudiado metódicamente los tiempos y lugares por los que tendría que pasar la caravana, y había identificado un punto ciego en que la Guardia Real no tenía visibilidad del paso de esta, y en que su presencia tampoco podría ser percibida. En ese instante, tendría la oportunidad de acabar con los guardias que protegían la caravana en su retaguardia y acabar con uno de los asesinos, mientras la sorpresa del momento confundía a los otros guardias y al otro asesino. En ese mismo lapso de tiempo, podría escabullirse dentro de la caravana, asesinar a los Rheyke, y dejar sólo a uno que ahuyentara al resto de los guardias del lugar, con una falsa pista.

-No es nada personal, Rheyks -pensó- pero para esto me pagaron. Además, ya tantos años de vida tampoco les quedan. Al menos ayudarán a un ciudadano a subsistir con su partida. Prometo hacerlo rápido e indoloro.

Pero no era el único que había estudiado la zona. El hombre desde la ventana se cubría con un encapuchado y largo manto, para luego bajar raudamente por las escalas hasta el frontis de la Residencial. Justo en el minuto en que salía, una sombra -Arkhael- pasaba frente a él, sin reparar en el misterioso personaje. El hombre comenzó a hacer juegos con una de las lámparas de la calle, haciendo parpadear la luz de esta, y Arkhael finalmente se apegaba tras la sombra de la caravana.

- Me corre un frio por la espalda... -comentó uno de los guardias
- Pensaba en lo mismo. Lo bueno es que ya estamos por salir -replicaba otro.
- Si hubiera sabido que estos burguesitos iban a ser una tarea tan peligrosa, me quedaba trabajando en el circo... ¡Los Dragones de pantano son menos peligrosos que cuidar a estos! -exclamó otro más. Sus compañeros reían.
- .....! - La respuesta del 4to guardia se vió súbitamente silenciada antes de iniciarse. Arkhael extrajo una aguja envenenada de una de sus cartucheras y la clavó en el cuello del guardia, directo en la arteria. El veneno tuvo un efecto paralizante inmediato, y el cuerpo del asaltado era dejado en el piso, silenciosamente. La sombra del Gran Campanario comenzaba a situarse tras la caravana, y el bulto quedaría cubierto por la oscuridad antes que alguien pudiera notarlo. Rápidamente dio un paso hacia el costado, y extrayendo una de sus dagas, cubrió fuertemente la boca del guardia del otro extremo, para luego cortar el reverso de sus rodillas, hacerlo caer a piso y luego noquearlo con un fuerte golpe a la nuca. 

- ¿Compañero, me pasas la cantimplora? Muero de sed -dijo uno de los guardias restantes. Al notar que no hubo respuesta, volvió a preguntar: ¿Compañero?

Fueron menos de dos segundos los que transcurrieron entre que el guardia giró la mirada al costado buscando a su compañero, y que (tanto él como el guardia restante) sintieran sus gargantas enmudecidas por el doloroso frío de las dagas de Arkhael, seguido de un ardor que entumecía sus cuerpos y que, finalmente, tornaba todo borroso, hasta finalmente acallarse sonidos, olores, sensaciones. Arkhael sostenía los cuerpos de ambos y, lentamente, los dejaba en el piso. A pesar de su delgada y ágil figura, el muchacho tenía una gran fuerza, la necesaria para su profesión.

-Listo, sólo faltan el guardia de la puerta y el mercenario, y estará todo list---

Arkhael vió una sombra aparecer repentinamente frente a él. Dada la velocidad con la que se movían debió saltar para evadirla, y ahí notó que la sombra era el guardia restante.

- ¿Pero qué...? -exclamó.

Un fuerte alarido se oyó desde el frente, y la caravana se detuvo en seco. El asesino cercano a Arkhael se bajaba del carruaje, dando la espalda a Arkhael, y se dirigía rápidamente hacia donde se había oído el alarido. "No sé que rayos estará pasando aquí" -pensó- "pero voy a aprovechar la oportunidad". Raudamente se acercó a la puerta lateral del carruaje mientras los alaridos, los gritos de dolor y el olor a sangre se intensificaban, y finalmente las alarmas de Palacio se hacían sonar. 

-Mierda -exclamó- debo apresurarme.

Rápidamente se metió al carruaje, daga en mano. Para su sorpresa, sólo había una persona dentro del mismo, también cubierta de un manto y una capucha, con el escudo de la familia Rheyke bordado en el pecho. Arkhael se preparó a asestar su golpe y tomar el bordado como recompensa, cuando notó que había otra presencia en el carro. Apenas logrando evadir el sorpresivo ataque, observó como un hacha se clavaba en el asiento a su lado. Una mezcla de dientes dorados y amarillentos, un aliento a alcohol y una carcajada se abrían paso en la poca luz que aún llegaba al carruaje. 

- Te estaba esperando, Asesino.
- ¿Tú? Le dije a tu jefe que el trabajo estaría listo esta noche, ¿qué demonios haces aquí?
- Eres muy estúpido, ¿no? o ¿no entendiste que parte del trabajo, es que TU TAMBIÉN TE MURIERAS?

El hacha nuevamente se levantó, y Arkhael logró evadirla apegándose al piso, mientras su rival la agitaba de lado a lado, quedando esta vez clavada en la puerta. Sacando su otra daga, lanzó una estocada mortal a su rival, la que fue bloqueada por el metálico guante que este portaba, haciendo que algunas chispas salieran producto del impacto. La figura Rheyke se mantenía estática en un rincón paralizada del miedo, temerosa por su vida. Nuevamente, el hacha se desclavaba de la puerta y nuevamente se lanzaba en busca de la sangre de su objetivo, quien nuevamente conseguía evadirla, pero sintiendo cómo el aire se cortaba tras el paso de la misma. Afuera, el sonido de las pesadas botas metálicas de la Guardia de Palacio comenzaban a resonar entre las calles que llevaban hacia la Fuente de la Vida. Arkhael sabía que enfrentarse a la Guardia sería una tarea demasiado difícil, considerando la situación en la que se encontraba, por lo que la única alternativa que tenía era terminar el combate luego, o escapar de ahí a la brevedad. Antes que nuevamente se lanzara contra él, el asesino se quitó su pañuelo y lo arrojó a su adversario, el cual lo atajó con su mano libre. Arkhael lanzó una estocada que fue fácilmente evadida por este, quien luego le asestó un puñetazo que arrojó al asesino de vuelta al asiento.

-¿Pensaste que un truco tan básico te iba a funcionar conmigo? ¡IDIOTA! ¡MUER--!

Arkhael sonrió. Para sorpresa de su enemigo, su hacha ya no poseía la hoja, y ahora era sólo un pedazo de madera inútil. En algún momento que él jamás comprendería, Arkhael había cortado la madera mientras recibía el puñetazo antes dado por él. Y esos segundos de sorpresa bastaron para que la envenenada daga se infiltrara en 5 puntos vitales y acabara con la vida del desgraciado. El asesino recogió su pañuelo y rápidamente lo vistió nuevamente, a la par que envainó sus dagas y se aprestó a extraer otra de sus envenenadas agujas para terminar la labor.

- Lo siento -dijo- no es nada personal. Ahora y tras lo ocurrido en realidad no quisiera matarte, pero has visto mi rostro, y eso no lo puedo permitir. 

Por uno de los quebrados vidrios del carruaje, entró una fuerte ventolera que descubrió la capucha que cubría el rostro del paralizado Rheyke. Para sorpresa de Arkhael, su objetivo era una mujer, de azules ojos, oscuros cabellos ondulados y piel trigueña, de no más de 18 a 20 años, muy distante de algún viejo aristócrata o algún despiadado hombre de negocios como él esperaba. En sus ojos, el asesino observó el temor a la muerte, en su más pura esencia. Había visto esa mirada tantas veces, pero algo había distinto. Por primera vez, no veía ojos sanguinarios, o teñidos de corrupción, o de maldad, o de engaño. Por primera vez veía solamente una mirada transparente como agua. Como de alguien que no conocía lo que eran los bajos mundos o los negros mercados donde él era contratado. 

Y titubeó. La mujer tampoco gritó ni intentó hacer nada, y -quizás presa del pánico- se desmayó. Las pisadas y las lanzas de la Guardia estaban ya a punto de alcanzarlos. Arkhael recordó las palabras dichas por su ahora fallecido rival, y temió que alguna otra emboscada lo esperase fuera, por lo que decidió llevarse a la mujer como una suerte de "seguro de vida". Saliendo del carruaje y con ella en brazos, se escabulló nuevamente entre las sombras y desapareció entre los callejones, mientras la Guardia llegaba a constatar la matanza de la que había sido víctima la caravana.


miércoles, abril 04, 2012

miércoles, marzo 28, 2012

"Discriminación" y "Tolerancia"... ¿Dónde queda la "consecuencia"?

discriminar.
(Del lat. discrimināre).
1. tr. Seleccionar excluyendo.
2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

tolerar.
(Del lat. tolerāre).
1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.
4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

Fuente: RAE

Lamentáblemente, el día de hoy nos vimos enfrentados a una triste (pero ya prácticamente inevitable) noticia: el fallecimiento de Daniel Zamudio, el joven gay que fuera brutalmente apaleado por un grupo de jóvenes que consideraban su opción sexual como "un error", y decidieran "castigarle" por ello. Ante esto, las redes sociales y el comentario nacional explotó al unísono reclamando contra este acto de "discriminación e intolerancia", desplegando campañas y peticiones de leyes anti-discriminación y repudiando tajantemente este tipo de actos.



Hasta ahí, todo bastante bien, estamos todos bastante de acuerdo... pero... ¿Tanta gente está genuinamente preocupada por la discriminación y la intolerancia? ¿En serio?


Ahí es donde empieza a incomodarme un tanto el tema. ¿Le suena extraño? Haga un ejercicio simple: salga a la calle y observe, escuche. Párese en un paradero de micro donde confluyan representantes de todos los NSE (Nivel Socio-Económico). Observe cómo se miran entre ellos. Observe que pasa cuando uno de estos pone su música a todo volumen en la micro, se baja. Lo que comentarán los otros más tarde ("flaite y la $?#@$"# apaga tu música"). Fíjese lo que dice la gente cuando ve a alguien con sobrepeso o demasiado delgado. O muy chico. O muy alto. O de tez muy oscura o clara. O tantas otras. O cómo se sulfuran los ánimos cuando alguien simpatizante de la derecha hace un comentario X y le cae el cartel de "facho" como si fuera un reflejo condicionado (o "comunacho", en el caso opuesto). ¿Y dónde quedó la tolerancia ahí? ¿No que "no a la discriminación"?


Como leí en Twitter hoy, "twittear que no a la discriminación y la intolerancia, y luego insultar a Hinzpeter por "judío", o a Zalaquett por "turco" " es un doble estándar muy clásico de nuestra idiosincracia. Revolucionario de la boca para afuera, neutral de la boca para afuera, con la expresión pública que dice mucho, pero que en el fuero interno se contradice. Y va desde cosas leves hasta casos bien extremos.


Y ojo: esto nos toca a todos. Aquí a todos les queda el sombrero. Y si no lo cree así, espérese a ver el próximo partido Chile - Perú, o a la nueva noticia de farándula sobre Kena Larraín. Veamos si se "salva" de lo antes expuesto.


Que no se malentienda: todos podemos tener opiniones, perspectivas, ideologías y posturas distintas. "En la diversidad está el gusto", estamos más que claros en ello. Nadie espera que todos pensemos igual, porque -además de utópico- sería una lata. Sin embargo, eso no implica que nadie tenga el derecho o la atribución de aplicarle etiquetas descalificadoras al que piensa distinto, como si fuera máquina etiquetando envases. Respete y será respetado. Tolere si quiere tolerancia. No discrimine si quiere hablar de ello. Pero sea consecuente con lo suyo, no sea hipócrita. Porque eso es peor que ser discriminador o intolerante, pues le suma el cinismo.


Que el fallecimiento de Daniel Zamudio nos recuerde a fuego que la "discriminación" y la "tolerancia" de la que tanto algunos se llenan la boca (o los teclados) es de dos vías, y no sólo en temas como la orientación sexual. Cotidianamente la discriminación y la intolerancia hacen nata, y el respeto por el otro más parece mito urbano que un valor básico del ser humano. La educación esencial parte por casa, por uno mismo, en el trato hacia los otros. Por favor, sea consecuente, y no sea parte de las "masas" que siguen el tema de turno y ahí se manifiestan, pero apenas salga otro, habrán cambiado el switch a ese nuevo tema.

Gracias.

martes, marzo 27, 2012

Expedición a las Sombras - I

[8vo y último por ahora, hasta que encuentre otros publicables. Este es un fan-fic de un juego online.]

Clank, clank, clank.

Paso a paso, los pesados metales de las armaduras resonaban al chocarse hombreras con pecheras, botas con rodilleras, y así sucesivamente. Cuatro hombres observaban, a pocos pasos de distancia, la fornida espalda del jóven guerrero que había solicitado sus servicios por medio de considerables sumas de oro. A más de alguno les sorprendió el ver a tan jóven luchador pararse frente a ellos de igual a igual, ordenándoles seguirle, y viendo como sus carcajadas de respuesta eran silenciadas por el tintineo de las monedas doradas que caían en sus manos.

- Osado el mocoso -murmuró ShakaZulu a su colega Borborius- pero se ve que es un guerrero entrenado.
- Tienes razón, Zulu -sonrió Borborius- esto puede ser interesante.

Pasos más atrás, dos ancianos, cubiertos de trapos y acompañando cada pisada con un largo bastón de madera, escuchaban los comentarios de los mercenarios. Entre sus ropas cargaban pequeñas bolsas con hierbas de distintas especies, y pociones variadas. 

- Ojalá su osadía no se transforme también en estupidez. No quiero tener que usar todos mis recursos en una tropa de estúpidos suicidas.
- Si usas todos tus elementos, es porque has perdido el toque, viejo inútil -rió Icónicus, mercenario curandero, respondiendo a las palabras de Asumáricus, su quinto hermano. En algún momento fueron fieros combatientes y honrados continuamente tras las batallas del Imperio; ahora, sólo eran dos viejos y menospreciados mercenarios ancianos.

El grupo avanzaba a paso seguro y firme en dirección a los Bosques Oscuros. Horas antes, el gordo Tabernero había colgado en la entrada de su posada una misión bien recompensada, solicitada por una noble familia, para rescatar a uno de sus sirvientes más preciados. Este había ido en busca de maderas especiales de los Bosques Oscuros, y nunca regresó. Ante esto, el guerrero Arthorius vió una excelente oportunidad de ganar fortuna y fama, para mejorar su entrenamiento y sus armaduras en pos de coronarse como el campeón de la Arena, dentro de su categoría.

Poco a poco, las elevadas copas de los árboles se hacían más presentes e imponentes. Arthorius detuvo su paso en seco, y cogió su espada desde su cinto.

- Huele a sangre -comentó- Mercenarios, preparaos. 

Borborius se situó frente a su empleador, y Zulu a uno de sus costados. Un poco más atrás, los dos curanderos preparaban ya sus pociones y conjuros en caso de cualquier ataque. Lentamente, y en esa nueva formación, atravesaron los grandes Troncos Cruzados, una formación natural de árboles que señalaba la entrada al Bosque. A los pocos pasos de haber entrado, el olor a sangre se hizo cada vez más notorio y penetrante.

- Mire, mi señor. Veo sangre en ese árbol -señaló Zulu.

Arthorius observó el árbol con cuidado, y tras este, pudo apreciar el desgarrado cadáver de un jóven con precarias vestimentas. A su lado yacía una pila de maderos. 

- Maldición -exclamó Arthorius- el bastardo ha sido asesinado. Tendremos que llevar su cuerpo a sus patrones para cobrar el dinero del rescate solicitado.
- Essssssso... ¡SI LOGRAN SALIR DE AQUÍ! -gritó alguien, oculto entre los arbustos. Arthorius y su grupo reasumieron la formación de combate, y observaron los alrededores. A pocos metros del cadaver, un calvo forajido se hizo ver, las manos cubiertas de sangre y la boca también.

- ¿Pero que demonios? -se sorprendió Arthorius, robando las palabras que sus cuatro mercenarios pensaban en ese segundo. Sosteniendo firmemente la espada, observaron tensamente las acciones de su sorpresivo enemigo.

- El maldito idiota no quisssso entregarme sussss pertenenciasssss... ¡Y PEOR AÚN, QUISO CORRER! No me dejó otra alternativa QUE TRATARLO COMO UN SUCIO PERRO... bwaaaHHAhAhahAHahAHA -rió el Asesino.
- Por tu estupidez hemos perdido una misión -sonrió Arthorius-. Pero no está todo perdido. Si llevo tu cabeza a los dueños del bastardo que asesinaste, mi recompensa se verá multiplicada. ¡Prepárate a morir!

El guerrero sacó a relucir todo su entrenamiento, basado en las legendarias artes Espartanas, y se lanzó en frontal ataque a su rival. Rápidamente lanzó una estocada a su flanco, mas el asesino la evadió con relativa facilidad. Sin dar pié a descanso alguno, Arthorius giró sobre sus talones y arremetió nuevamente, siendo esta vez detenida su estocada con el filo de dos cuchillas que portaba el calvo agresor. Borborius extrajo su tridente e intentó atacar al asesino por la espalda, rasgando las ropas de este y rasguñando su piel, lo que enfureció a su enemigo. ShakaZulu por su parte lanzó un fuerte martillazo sobre la cabeza del agresor de su amo, pero el movimiento fué demasiado lento y muy fácil de evadir por el asesino. Rápidamente, este dió dos saltos sobre sus manos y se alejó unos pasos del grupo.

- Veo que no vienen con juegossssss ¡LOS BASTARDITOSSSSS!... pero eso PRECISAMENTE es ¡¡¡LO QUE ESTABA BUSCANDO!!!

Riendo con una tétrica carcajada, el asesino lamió las hojas de sus cuchillos y se lanzó sorpresivamente sobre Icónicus. Borborius se lanzó a interceptar el ataque, pero pronto comprendió que este era solo una finta. Antes de poder reaccionar, las dos cuchillas del asesino se habían clavado en sus muslos y habían desgarrado su carne, abriendo dos grandes agujeros de los cuales comenzó a brotar la sangre en gran cantidad, haciéndole caer de rodillas al suelo. ShakaZulu se quedó atónito, y por poco recibe un corte en el cuello, si no fuera por la ágil intervención de Arthorius bloqueando la daga rival. Asumáricus rápidamente corrió hacia Borborius a curar sus heridas, pero fue interceptado por el asesino que ya se había alejado de Arthorius. Tomando la mano del anciano, giró el brazo hacia su espalda haciendo crujir su hombro y neutralizando su brazo derecho por completo. El anciano, gritando de dolor, cayó al piso y comenzó a revolcarse, intentado aplacar de alguna forma el profundo sufrimiento que le producia la acción del loco asesino, quien cada vez que infligía algún daño reía más y más fuertemente.

Arthorius volvió a arremeter hacia el Asesino, y esta vez consiguió clavar la hoja de su espada en el brazo de su rival, que soltó un alarido de dolor. "Lo tengo" pensó el guerrero, cuando de pronto sintió un sorpresivo frio en el estómago. El alarido del asesino había desaparecido y en su lugar una sonrisa se dibujaba. 

- Pensaste que me tenías... ¿NO, IDIOTA? -rió. En el vientre de Arthorius una de las dagas se encontraba clavada en su totalidad, y la sangre teñia la tela de su armadura de un intenso carmesí.
- Mal...dición... ¿Esto... esto era... esto era todo lo que podía hacer? -pensó, y cayó de bruces al piso. El asesino extrajo la daga de su vientre y lamió nuevamente el líquido que en esta se encontraba impregnado ahora.

- Mierda -murmuró Zulu, y luego miró de reojo a su compañero curandero- Icónicus, sólo estamos nosotros ahora. ¡Nuestra única oportunidad de sobrevivir es combatir juntos! Prepara tus---
- ¡A TU DERECHA! -gritó Icónicus, pero Zulu no alcanzó a reaccionar. Las filosas dagas del asesino se clavaban en las palmas de sus manos y le hacían soltar el martillo, que cayó sobre sus pies quebrando sus huesos. El africano combatiente perdió toda noción del momento sucumbiendo ante el dolor. A su lado, Borborius yacía inconsciente, sobre la suave alfombra roja que su sangre había hecho en la hierba bajo él. Icónicus, por su parte, tropezó con sus propias ropas al querer escapar, y sintió como el pestilente aliento del asesino se acercaba cada vez más a él. Esperando su muerte, se sorprendió cuando el asesino dio la vuelta y se dedico a cortar y desgarrar la carne de los brazos, piernas, espaldas y vientres de los caidos guerreros y de su hermano Asumáricus. La escena era terrorífica, y en varios momentos sintió que se desmayaría, pero el mismo terror le mantenía consciente y atrapado en la escena. Cuando el desquiciado asesino sació su sed de sangre, y nuevamente había teñido su boca con la sangre de sus nuevas víctimas, guardó sus dagas nuevamente en sus fundas y se acercó a Icónicus.

- Te voy a perdonar LA VIDA, bastardo... por hoy ya he BEBIDO SUFICIENTE. Eres AFORTUNADO, ¡AGRADECEME! - dijo. Icónicus intentó coger su bastón, y el asesino pateó su cabeza fuertemente, dejándolo totalmente inconsciente. Icónicus vió como su vista se nublaba, y terminaba observando el cielo entre las tupidas hojas de los árboles que le rodeaban. Un poco más allá, Arthorius intentaba ponerse de pie. Colocando su mano en su vientre e intentando detener la hemorragia, se arrastró hacia Icónicus para despertarle. "Hoy me habeis rechazado en tus dominios, oh Plutón, y hoy os he fallado, Marte... mas no será este mi fin... ni será esta mi última historia" murmuró, antes de perder el conocimiento definitivamente, mientras Icónicus rápidamente comenzaba a trabajar en la herida de su vientre.