Por largo tiempo, la estrella que había guiado e iluminado su camino se había desaparecido del cielo. La buscó hacia donde veía la luna, hacia la constelación de Virgo, o la de Libra, o más allá, pero no podía verla. De alguna forma y en alguno de los tantos senderos y bosques, esta estrella había desaparecido. La buscó por largo tiempo; su imagen, su luz, el brillo que entregaba, su resplandor, la compañía que le hacía en cada paso, todo cuanto esa estrella simbolizaba para él se presentaban en sus recuerdos día a día, noche tras noche, mas no lograba encontrarla otra vez para apreciarla con tranquilidad. Nubes se cruzaron en el camino, y otras estrellas y constelaciones se presentaban y hacían más difícil esa búsqueda. Sin embargo, en ocasiones logró diferenciar su destello por algunos instantes, y cuando iba a observarla fijamente, esta desaparecía otra vez ante sus ojos, ya fuere por un pestañeo, o por cualquier cosa que pudiese ocurrir.
Por largo tiempo creyó haber perdido la vista de esa estrella, y gradualmente se resignaba a esa situación. Por largo tiempo selló en su interior esas emociones indescriptibles que la pérdida de su estrella le causaban. Se obligó a si mismo a continuar el camino, a pesar de no tener a su estrella guía, pues debía hacerlo si no quería quedarse perdido en medio de la nada. "A alguna parte llegaré, si mantengo el camino" se dijo muchas veces. Observó estrellas y constelaciones que guiaron nuevas rutas y caminos, sin embargo ninguno lograba devolverlo a aquel por el que transitó alguna vez y que añoraba reencontrar.
Hasta aquel día. Hasta aquel momento. En esa cima, tras muchas bifurcaciones y habiendo escapado a duras penas de caer en un profundo acantilado. Frente a él, frente a sus ojos, estaba brillante, clara y chispeante esa misma estrella. A como diera lugar evitó cerrar los ojos, o pestañear, o lo que fuera, para no perderle de vista. Corrió con todas sus fuerzas, sin dejar de observarla. Cada forma de esa estrella se tatuaba en sus ojos redibujando esas líneas que, tras tanto tiempo sin verla, se habían desteñido en cierta forma, pero jamás desapareciendo. Corrió con locura, con todas las fuerzas que existieran en su interior, y logró llegar a un lugar donde pudo estar lo más cerca posible de su estrella. Tal y como cuando la conoció.
Algo había distinto, eso si. Algo que era extrañamente ambivalente. Le causaba un temor, pero a la vez, una tranquilidad. Era como una mezcla de luz y sombras en un mismo tiempo. Y los sellos que habían clausurado tantos recuerdos y memorias en su interior se resquebrajaron en conjunto. Se resquebrajaron y se rompieron en pedacitos. Por un lado no quería que ocurriera, mas por otro lo deseaba con todas sus fuerzas. El resquebrajamiento de esos sellos le permitió elevarse, liberar su alma y dejar su cuerpo unos instantes para poder llegar donde esta estrella, que no era otra sino su ángel. Un ángel que creyó desaparecido, y que a su vez, había sentido exactamente lo opuesto. Un ángel que vivió exactamente lo mismo que él, pero desde su lugar. Un ángel que también le había extrañado. Un ángel que también le había buscado.
Ese reencuentro fue mágico. Fue un reencuentro sin tiempo, sin espacio, sin restricciones. Fue un encuentro purificador. Fue un encuentro curador. Todo cuanto en él se señaló devolvió a dos estrellas la posibilidad de encontrarse nuevamente si se miraba al cielo, y de establecer un lazo indisoluble por tiempo, espacio o lugar. Fue un reencuentro para no necesitar más reencuentros, pues en realidad no habría separación. No otra vez. No tras todo lo acontecido. No volvería a repetirse. De eso estaba seguro, Y no lo permitiría tampoco.
Qué linda historia!!! Por ficticio o fantasioso que parezca, la vida suele dar a menudo esas vueltas donde casi milagrosamente, nos vuelve a situar delante de aquello que ni en el más insólito de nuestros sueños creímos volver a encontrar alguna vez. Y no creo que exista felicidad más grande en el mundo, que recuperar algo que tras una dolorosa resignación y posterior duelo, creímos que jamás volveríamos a ver. Nada comparable con un reencuentro como ese. Me encantó tu relato. Para quienes vivimos nuestras emociones con tanta intensidad (abrumadora para el resto del mundo, a veces), es siempre un placer encontrarse un escrito como éste, con tanta fuerza, tanto romanticismo y tanta pasión, pero elevados a un punto donde muy pocos lo podemos recibir sin "encandilarnos" con esos destellos de tan intensas emociones, porque nos identificamos con esa forma tan apasionada de vivirlo todo. Realmente muy linda la historia y linda tu manera de transmitirlo :) Abrazo!!
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