lunes, octubre 17, 2011

Dividir, subdividir y dividir otra vez

Alguna vez recuerdo haber oído a Coco Legrand señalar algo como "El ser humano es el único que tiene la capacidad de reír, y a la vez, el único que hace todo lo posible por evitarlo". Recuerdo mucho esa frase, en especial en estos días, por lo certera que es y la profunda verdad que encierra tras ella. Siempre me ha llamado la atención  el por qué el ser humano tiene esa tendencia a tratar de arrasar al otro, pasarlo a llevar, en vez de intentar apoyar, alegrar o animar. Claro está, no es que "toda" la raza humana sea así, pero lamentablemente hoy en día es una mayoría. No por nada la gente anda tan desconfiada.

Ahora, paralelamente a eso, surge otro aspecto que me llama especialmente la atención en relación a nuestra raza, que se supone es la "superior" en la "cadena alimenticia": la división. La forma en que, voluntaria y consecutivamente, nos vamos dividiendo, subdividiendo y dividiendo otra vez en grupos y subgrupos. ¿Será la naturaleza de nuestra "mitosis" celular, la que nos lleva a repetirlo en nuestro cotidiano? No creo, pues los animales también tienen el mismo proceso, sin embargo no realizan el mismo tipo de conductas como nosotros, o al menos no al nivel nuestro. 

Nos dividimos, por ejemplo, en religiones. Y ahí tenemos, así a la rápida nomás, Católicos, Judíos, Musulmanes, Evangélicos, etc., cada una con sus respectivas subdivisiones dentro de esos mismos grupos. Nos dividimos en lenguajes, y tenemos español, inglés, francés, alemán, etc. etc. Nos dividimos a su vez en partidos políticos u orientaciones políticas, y ahí tenemos izquerdistas, derechistas, centro, centro izquierda, centro derecha, anarquistas, autoritaristas, libertarios, conservadores, y quichimil quinientos más. Nos dividimos también en sectores sociales: ABC1, C2, C3, D, lo que sea que toque. Y cada uno de estos grupos antes mencionados puede mezclarse de distintas formas: católico autoritarista de derecha ABC1, o protestante anarquista de izquierda C3, o evangélico libertario de derecha y así suma y sigue. Y cada sub-grupo se pone en conflicto con otro sub-grupo, que a su vez está en conflicto con otro, y se descalifican y atacan e insultan en una escalada que no tiene fin. Y ni hablar que los grupos más grandes eventualmente agrupan subgrupos de los subgrupos para conseguir adeptos que lleven las banderas de lucha de turno. Al final, somos "humanos" de raza, pero detrás de la categoría "humanos" vienen como 30 más fácil. Nos dividimos en tantas categorías distintas que inclusive se hace difícil pensar en todas ellas, o sus posibles combinaciones. 

Ya, ok. Los animales también hacen "grupos", pero con un afán de supervivencia y nada más. No se atacan entre ellos por atacarse o porque no le gustó el color de pelaje del otro, o porque simplemente creen que tienen mayor relevancia que los otros. Se "aclanan" en pos de preservar su territorio y de subsistir vitalmente, pero llegado el caso, acogen a los de los otros grupos si lo necesitan. Inclusive entre razas, como el ejemplo del leopardo que ataca a la madre mono y luego encuentra que esta tenía una cría con ella, y decide cuidarla y protegerla. ¿No se supone que nosotros tenemos la posibilidad de acceder a la "razón", y que desde ahí tenemos una mayor capacidad de actuar, de ser? Entonces, ¿por qué cada vez más nos distanciamos, nos separamos, nos alejamos entre nosotros? ¿Por qué se nos olvida cada vez más que al final somos todos lo mismo: carne, huesos, nervios, sangre, vísceras, etc.? Recuerdo patentemente cuando vi la exposición "Bodies", que se realizaba con cuerpos donados de oriente si no me equivoco, y (a pesar de lo evidente que es el pensamiento) era sorprendente ver cómo, sin piel, sin color de piel, sin nombre ni apellido y sin todas esas etiquetas de las que antes hablaba, todo se reduce a lo mismo: un conjunto de carne-huesos-sangre-nervios, con un cerebro que razona y siente, que busca compañía y afecto, y que a su vez también busca perpetuarse como especie. Pero eso queda relegado tan a segundo plano, cuando todo lo otro se antepone y se torna prioritario. 

¿Por qué nos dividimos? ¿Por qué nos separamos tanto? ¿Por qué, como especie, no tendemos más al unirnos que al separarnos? Simplemente no me queda claro. Existen miles de teorías respecto a la identificación y etc., pero eso no logra aclararme el motivo de nuestro distanciamiento como especie, en especial viendo cómo, cuando nos enfrentamos a la muerte, o a las catástrofes, o al infinito poder de la madre naturaleza, instintivamente nos apegamos unos a otros y desaparecen todas esas etiquetas creadas artificialmente, y lo natural nos lleva a unirnos y cobijarnos recíprocamente.

¿Por qué nos dividimos tanto, entonces? Creo que es algo que hace mucha falta meditar hoy en día.

sábado, octubre 01, 2011

Lobo Solitario.

El presente texto surge tras una pequeña anécdota. Tras usar una aplicación de Facebook, relacionada al animal que correspondería a mi "patronus", y concentrándome en mi(s) momento(s) más feliz(ces), salió un lobo. Y si bien siempre he tenido este pensamiento, ese hecho fue el gatillante final de este escrito.

Soy un lobo solitario. De eso me he dado cuenta a lo largo del tiempo, del pasar de los años, de la observación de mi camino. Soy un lobo solitario que atesora mucho su propio espacio, su senda, sus elecciones. 

No, que no se malentienda. No significa que no me pueda (o no me interese) relacionar con otros, o pertenecer a un grupo. Como buen lobo, soy fiel a mi manada, y sin duda alguna que junto a ella me siento seguro, protegido, acompañado, querido. Pero a su vez, creo que no soy de los que podría estar inserto en esa manada 24/7, salvo -quizás, por lo que siento- mi "propia" manada, algún día. 

Soy un lobo solitario. Un lobo joven. Un lobo que, como buen lobo, observa de los ancestros y de los más ancianos, y admira y aprende de su experiencia y sabiduría, mas sin dejar de lado mi energía, fuerza y garra de lobo joven. Creo fielmente en que las experiencias se viven siguiendo la propia ruta, y no a través de simplemente (o únicamente) a través de lo que alguien más te pueda transmitir. El camino es distinto para cada lobo, y la forma en que lo sortee también. Sin embargo, valoro y atesoro las experiencias compartidas, que pueden quizás enseñarme perspectivas que sino no habría considerado, pero no permito que se antepongan a mi propio vivenciar (salvo, claro está, ejemplos más extremos). Soy un lobo que quiere conocer los terrenos que recorre con el propio tacto de sus patas, la tibieza o frialdad de los vientos en cada zona por su pelaje, los paisajes, ríos, bifurcaciones y sendas con sus ojos, que sepa reconocer peligro, alimento, o a los suyos por su olfato y oído. Un lobo que se guía por su intuición, ese sentido natural que todos llevamos y que tan poco consideramos, sin caer -claro- en solamente ser intuitivo, pues la razón no nos fue dada por simple azar.

Soy un lobo que ama la noche, y que está enamorado perdidamente del resplandor de la luna. Un lobo que aúlla ante ella, cuyo corazón se conmueve y se estremece al verse cubierto de su pálida pero cálida luz. Un lobo que encuentra en el silencio de la noche el pasaje a su interior, a la paz y la armonía del descanso que el día no provee. A su vez, soy un lobo que disfruta de lo que el día le entrega y las oportunidades que le abre en su pasar. Cada experiencia, cada situación, inclusive los peligros, que enseñan a sobrevivir y a madurar. 

Soy un lobo aclanado. Por los míos me tranzaría en la más descarnada batalla sin dudarlo. Nadie se mete con los que pertenecen a mi manada así como así. Y por "manada" no cuento sólo a los de sangre, sino también a los de vida, de camino, de experiencias, de viajes. A todos y todas. Y aún así, soy un lobo solitario. Quizás un rasgo que a ratos me juega en contra, porque la soledad es compañía, pero a la vez también es soledad. Y puede ser compañía pues sé que mi manada está ahí, como sé -o espero- sepan que yo estaré ahí. Quizás es un rasgo que heredé de uno de mis antepasados que más admiro, como ser el líder de la manada a la que pertenezco como familia, así como su sentimiento de pertenencia por esta. Claro está, somos distintos y como toda manada, joven y adulto se enfrascan en combate, hasta el día en que sea digno de sucederle, tras haber aprendido todo cuanto necesitase y este le pudiese (y quisiese) entregar. 

Soy un lobo que observa hacia el futuro en el momento que pueda formar su propia manada, e integrarla a la suya, así como integrarse a esa otra manada ya existente. Soy un lobo que aprende y yerra, que tiene fortalezas pero a la vez temores. Que se sabe aún inexperto para varias cosas, medianamente experto para otras, experto para otras distintas, e innovador en otras que sus antecesores no conocieron o no llegaron a conocer. Soy un lobo que se regocija en "esa" compañía, donde puede echarse y cerrar los ojos tranquilamente, como alguna vez lo hizo bajo el cuidado de su madre, o de los más ancianos. Soy un lobo que prefiere la calidad antes que el número en su manada. 

Soy un lobo solitario. Y me gusta serlo. Porque no estoy solo. Y porque es parte de mi senda, mi camino, mi experiencia.