miércoles, julio 04, 2012

Increible, simplemente espectacular.

(Texto rescatado de la 1ra versión de "Caballero de la Palabra", del año 2007. Relata mi primera experiencia con los Abrazos Gratis, y que traigo a colación ante el próximo Día Internacional de los Abrazos Gratis este 7 de Julio)

Sinceramente eso... increible, espectacular, y casi indescriptible.

Así es como califico la experiencia que viví hoy, desde las 17:15 hrs hasta las 19:30 hrs en la esquina de Ricardo Lyon con Providencia, sobre el Paseo Las Palmas.

Fue una cosa de un segundo a otro. Me decidí, y fui directo a una librería, a comprar un plumón"Jumbo" y una cartulina blanca grande. Aproximadamente 5 minutos después, dicha cartulina era plegada 2 veces, y luego realizaba el primer intento de escribir en el cartel las dos palabras que me acompañaron durante las dos horas y algo que antes mencionaba. Un par de minutos más tarde, finalmente el texto estaba completo en ambos lados de la cartulina; por ambas caras se podía leer la siguiente leyenda:

ABRAZOS
GRATIS

Debo reconocerlo: estaba muy nervioso. Guardé mi cartel en la mochila, y caminé hasta el sector en que comenzaría esta mágica aventura que ansiaba por vivir. Me puse los audífonos de mi mp3, para que me acompañara durante el tiempo que estuviera ahí, y, mochila a la espalda, levanté los brazos y junto a ellos el cartel, encomendándome a mi Padre para que me acompañara en la jornada...

...y me escuchó.

A los pocos minutos después, una encuestadora que se encontraba ahí, medio indecisa y medio incrédula, me preguntaba incesantemente el "por qué" de los abrazos gratis. Hasta que finalmente se decidió a recibirlo, y de ahi en adelante el resto fueron abrazos, abrazos y más abrazos, de todos los tipos de personas que transitaron entre las horas señaladas previamente. Abrazos suaves, estrechos, de a dos, de a tres, de a más que tres, de ida, de vuelta, de saludo, de despedida, de repetición... ufff!!

Con el pasar de las horas también llegaron compañeros abrazadores que tuve la fortuna de conocer hoy, y con quienes espero encontrarme los siguientes martes si el tiempo y mi Padre así lo permiten y quieren. Hoy me encontraba sin comer y medio cansado después de una larga jornada académica, y muchas veces se me cansaron los brazos alzando mi cartel... pero cada abrazo, o cada sonrisa eran suficiente energía como para continuar una y otra vez. Y esa misma energía es la que ya me tiene casi queriendo ir a sacar el cartel de mi mochila otra vez, y salir a la calle una vez más.

Sinceramente, increible. Simplemente, espectacular. Agradezco a la vida por la oportunidad que me ha dado de vivir esta hermosa experiencia, y poder seguir llevándola a cabobiggrin.

Saludos a todos, hoy soy HIPER-FELIZ. Solo una cosa podría hacerme más feliz aún, pero esa me la reservo para mi wink. Espero comenten mucho y compartan mi alegría hoy y siempre ^^.

PD: Fany, muchas gracias por haberme permitido iniciar mi conocimiento sobre esto... eternamente agradecido contigo! Muacks! biggrin

domingo, julio 01, 2012

Pensamientos, lluvia, silencio. Estar.

Noche. En la medida que los minutos pasan, la dorada luz del sol se mezcla con el gris de las cargadas nubes, y tiñen los cielos de un púrpura carmesí, solamente interrumpido por las siluetas de árboles, casas, edificios. El aire se torna tibio y como en suspenso: no hay brisa, no hay ráfagas. Está ahí, flotando, sin movimiento aparente o perceptible. Las horas pasan sin que esta pintura cambie en absoluto sus tonalidades. No hay luz de luna, no hay cambios en la oscuridad o en el nivel de luz; por un momento, si sólo mirásemos el cielo, parecería que el tiempo se detuvo, que el  mundo está en pausa.

Sin embargo, esto es tan sólo un epílogo. Como el telón del escenario. Sin mediar opertura, sin mediar instrumentos, de pronto oigo en el techo un leve sonido. Y otro. Y otro más. Y se van multiplicando por montones, primero de forma tenue, luego algo más agresiva, y finalmente desaparecen. Y vuelven a aparecer, ahora con mayor intensidad. En esta ocasión, pareciese que no van a ceder. Aquellos pequeños sonidos sobre el tejado, antes separados y sin ritmo, gradualmente comienzan a hacerse y tornarse más intensos. Decido apagar la luz artificial, aquella que quiere ser tan dorada como la solar pero que dista mucho de conseguir ese fulgor. Mis ojos, si bien abiertos, ceden su espacio a mis oídos, a mi piel, a mi olfato. Y puedo percibir que ahora sobre el tejado hay una marcha, un ejército marchando sobre este pero sin avanzar, sólo dejando huella y dando paso al siguiente paso por ser dado. Y puedo sentir en mi piel como un suave y frescamente gélido soplido se cuela entre las rendijas de mi ventana, y acaricia el dorso de mi mano, mis mejillas, la punta de mi nariz. Y en ellos, traen mensajes del ambiente, nuevos aromas, fragancias de la naturaleza: tierra húmeda, pasto mojado, aire limpio. 

Mi cuerpo está quieto. No está oscuro; el tinte rojizo ilumina, aunque levemente, los cuatro muros que me rodean. Y como haciendo eco de la marcha en el exterior, mis músculos hacen causa común con los marchantes y comienzan a relajarse, invitándome a recostarme. Decido aceptar la invitación, y miro hacia el cielo, a pesar de la interferencia que hay entre mi cuerpo y este con el techo que me cobija. Y me recuesto con los brazos extendidos a cada lado, como si estuviera innatamente invitando a ese ejército a venir a mi, a recibirle en un abrazo, a cobijar su llegada. La marcha sigue, el ritmo es cada vez más claro. Inclusive, hasta podría pensarse que algo están diciendo, o algo quiero decirme yo. En ese espacio de conexión con los sentidos, con lo más fino que provee nuestra madre, mil pensamientos cruzan mi mente, exigen mi atención y mi tiempo, mas decido en una fracción de segundo dejarlos pasar. Hoy no quiero llevar el pandero, hoy no quiero dirigir al ejército, hoy no quiero luchar. Hoy quiero recibir a los pequeños soldados que provienen del encuentro entre la luz y las nubes, y el mensaje que su marcha entrega en mi. Nada más. Hoy no quiero pensar en ti ni en lo que pasó, pudo pasar, pasará o no pasará. Hoy no quiero pensar en lo que hay que hacer, en el cómo, en el cuando, o en el quien. Hoy no quiero pensar en lo pendiente ni en lo pensado. Hoy, ahora, quiero lluvia. Y quiero mucha. De esa que viene a visitar con su mensaje de marcha natural, melodía sinfónica gratuita y accesible por cualquiera que la quiera oír. Hoy quiero tan sólo estar aquí, ahora. Conmigo.